Textos

Pita Dueñas: entrevista a Beatriz Espejo

Por Gabriela Padilla Jiménez*

Beatriz Espejo lleva una vida dedicada a la escritura, a sus ochenta y dos años continúa ejerciéndola a través de su distintiva mirada femenina llena de interrogantes. En un constante esfuerzo por reivindicar a escritoras mexicanas condenadas al olvido como Guadalupe Dueñas, Pita Amor, Elena Garro, Nellie Campobello, María Luisa La China Mendoza, entre otras, la escritora veracruzana celebra enérgica las iniciativas para visibilizarlas, pues ella misma lo ha hecho con antologías, ensayos e investigaciones en las que homenajea y trae de vuelta a quienes la cautivaron en sus inicios.

“Publiqué una revista literaria a los veintiuno que se llamaba El Rehilete que era una especie de laboratorio; yo era la directora, la que conseguía la mayoría del dinero. Toda la editorial estaba formada por mujeres. En mis cátedras en la universidad enseñé a muchas mujeres, algunas de las cuales son ahora escritoras famosas (…) Apoyo la igualdad, es decir, que un hombre tenga derecho a la salud, a la cultura, igual que las mujeres. Tengo algunos cuentos lésbicos, que por cierto ahora se están publicando mucho, hay cierto auge. Creo que cada quien tiene derecho a ser feliz”.

Sin embargo, durante su amplia y laureada trayectoria también ha tenido momentos donde la creatividad ha dejado de concebir. Uno de ellos ocurrió ante la llegada de su hijo, oportunidad que después aprovecharía para elaborar la tesis de su doctorado, y el otro sucedió con el confinamiento a raíz del Covid-19.

El otro periodo de esterilidad lo he tenido ahora con la pandemia, pero lo acabo de romper. Estuve como un año sin poderme concentrar en nada. Acabo de terminar una novelita corta muy difícil que la he fraguado durante cuarenta años, se llama Los Eternos Dioses. Es una novelita en la que he quitado todo lo que yo creo que es inservible, no he querido inflarla a pesar de que sé que por su tamaño no puede competir por un premio y las editoriales la van a pensar dos veces, pero quise someterla al rigor de la pluma”.

Los Eternos Dioses tuvo origen cuando una incipiente y aguerrida Beatriz Espejo solicitó una beca al Centro Mexicano de Escritores que le fue concedida. La propuesta de  la autora consistía en una novela acerca de Tiberio y Cayo Draco, antiguos reformadores romanos quienes murieron asesinados y que, a consideración de Espejo, eran muy adelantados para su época; aunque aristócratas, comprendían la necesidad del pueblo. En ese entonces, Beatriz se enfrentó al enorme y privilegiado reto de tener como sensores a Francisco Monterde, Salvador Elizondo y Juan Rulfo.

«Empecé a escribirla y tenía páginas muy bonitas pero nunca logré estructurarla. Salvador siempre se encargaba de hacerme pedazos. Cuando ya estabas ahí no sabias si te la habían dado (la beca) para premiarte o para machacarte, era terrible. Cada lectura era de todos contra todos. El único que permanecía inamovible era Francisco Monterde, que entonces era director de la Academia de la Lengua. Juan Rulfo era el que me defendía y gracias a él yo resistí ese año de la beca (…) Se quedó todo ese trabajo en un cajón, era como una espina enterrada en el corazón. Decidí retomarla y de repente la terminé en quince días. Fue difícil adecuar la prosa de la juventud con la de ahora. Se la dedico precisamente a Don Francisco, a Juan Rulfo y a Salvador. No sé si está bien o está mal, siempre hay dudas, pero estamos en tiempos tan difíciles que no será como será la vida».

Beatriz Espejo fue de las afortunadas en conocer y entablar relación cercana con Guadalupe Dueñas, la escritora de prosa poética y concisa que exploraba los mundos desolados y desconcertantes de la complejidad humana, poseedora de excepcional destreza para dar voz desde niñas solitarias, seres siniestros, amores no correspondidos, hasta una vaca feliz.

“Me habló Ema Godoy para entrar a la revista Kena y ahí estaban las mejores escritoras mexicanas: Rosario Castellanos, Lupita Dueñas, Margarita Michelena. Me sentí contenta de colaborar y ahí conocí a Pita Dueñas. Le hice una entrevista muy linda en la que acabamos llorando las dos. Era una mujer guapa, mucho mayor, muy buena anfitriona, cocinaba riquísimo, tenía un departamento en la calle Puebla, muy bonito, me contó toda su vida, su historia (…) Mi opinión sobre ella es que era una escritora muy original pero de poco ímpetu”.

El enigma alrededor de Guadalupe Dueñas surge a raíz de lo trágico y perverso de sus textos, pero también de la poca información que se tiene acerca de sus intereses y temores. Algo de ello fue despejado en la introducción que la propia Beatriz Espejo realizó para el libro Obras Completas de Guadalupe Dueñas, conformado por Patricia Rosas Lopátegui. En éste, Beatriz retoma importantes datos autobiográficos que dejan entrever que lo lúgubre y extraño en los cuentos de Dueñas en realidad formaban parte de su cotidianidad.

“Los escritores somos unos mentirosos, contamos las historias partiendo de la realidad, pero las adornamos mucho. Ella decía que se asombraba de que dijeran que era una escritora imaginativa, cuando todo le sucedía de verdad. Hay un pasaje muy chistoso que cuenta Miguel Sabido que vivía enfrente de su casa y tenía llaves. Lupe le habló y le dijo «ven Miguel, por favor, porque debajo de mi cama hay un tigre». Eran las dos de la mañana. Miguel se vistió, fue furioso a casa de Lupe y le dijo «es otra de tus locuras», se agachó y de verdad había un tigre. El hermano de Lupita era cazador, ella estaba arriba de la cama aterrada y llorando”.

La hermanita conservada en un frasco de chiles, zapatos y perfumes para toda la vida, la frivolidad e inconformidad del privilegio y una educación católica muy estricta que le hizo querer ser santa, son anécdotas transformadas en cuento que también se encuentran en la obra de Guadalupe Dueñas, pero para Beatriz, la auto reclusión y cierta premonición que Dueñas sentía hacia el olvido de su obra y persona, tenían motivo en su amistad con Margarita López Portillo,

“Creo que un error que cometió, —es un poco triste pero es cierto— fue ligarse a Margarita López Portillo con la cual yo no me quise ligar, me pidieron que la entrevistara y no quise porque no me gustaba su poesía. Yo creo que eso le acarreó muchos problemas y por eso cayó de la gracia de muchas gentes, eso fue temporal como todo y lo que queda de ella es su obra, algunos de sus cuentos son verdaderamente magistrales, muy lindos. Una de las cosas que me gustaría resaltar de ella era su gran manejo de la ironía, empezaba por ser irónica consigo misma. Era una mujer sufriente».

Actualmente el tema que mueve a Beatriz Espejo es su propia vida. A petición de su hijo y sus grandes amigos escritores se encuentra trabajando en su intensa y necesaria autobiografía, y es que no existe otra forma de honrar y hacer prevalecer el legado de nuestras escritoras mexicanas que conociéndolas de propia voz. Muchas de ellas han permanecido en un inmerecido rezago y aunque en su momento lucharon contra el prejuicio de género, incluso siendo precursoras de estilos, sus días finales fueron sombríos sin gozar de prestigio y reconocimiento. La labor es seguir leyendo, compartiendo y descubriendo sus particulares universos, ya que algunos tan generosos como el de Beatriz Espejo aún persisten.

“La belleza sí existe. La belleza la encuentras en todos lados cuando quieres. Hay un cuento de Juan José Arreola que me parece notable que se llama El Silencio de Dios, habla de la belleza que radica en todas las cosas, pero si nos ponemos muy sofisticados tenemos que encontrarla en la literatura, en la música, en la poesía, que es el acto más difícil de todos, en la pintura, en la amistad, en las relaciones humanas bienvenidas. Si consigues todo eso pues eres una mujer feliz y además eres una mujer útil a tu país y a la gente que te rodea ¿O tú que piensas?”.

 

 

*Gabriela Padilla Jiménez (Cancún Quintana Roo, 1988) es licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación por la Universidad Interamericana para el Desarrollo y diplomada en Escritura Literaria por Literaria Centro Mexicano de Escritores. Se ha desarrollado como post productora audiovisual en las principales cadenas de televisión nacional, así como publicado cuentos y reseñas en diversos medios digitales. Su cuento En la palma de su mano fue seleccionado para formar parte de “Medusas, antología de cuento, microficción y ensayo”, a publicarse este año.