
Mulata
No sé qué tienes, mulata,
que mi mente desesperas.
Haces que quiera y no pueda
sacarte de mis entrañas.
Has descubierto la maña
de alterar mi condición,
pues si te giras de espaldas
al compás de un rico son,
no responden mis sentidos,
la melcocha se dispara,
me transformo en remolinos,
pienso en cascos de guayaba,
veo un pirulí en tu boca,
siento el almíbar chorrear,
juega la lengua sabrosa,
se alborota el paladar.
No sé qué tienes, mulata,
pero me vas a matar.
A ti regreso
A ti regreso, playa, a ti regreso,
cuando viajo en la noche, a la deriva;
y te pienso en la arena perfumada,
me lanzo a conquistarte con mi fuego.
Me basta con la fuerza de mi pecho
y la brisa que me impulsa por la espalda;
no importa que la espuma sepa a nada.
A ti regreso, playa, a ti regreso.
Mi destino de ola enamorada
se alimenta de viento y marejada
sin entender la muerte del intento
que me deja en la roca destrozada,
hoy descubro que me basta tu mirada.
A ti regreso, playa, a ti regreso.
AGOGO
Desde ayer ya no me tocas, desde ayer aquí te espero,
con tu ignorancia tranquila transformas en exaspero
una simpleza alargada que oculta el paso del tiempo.
Mi castigo es observarte, acostumbrarme al desprecio,
aprenderme de memoria la fragancia de tu aliento.
¿Te cansarás algún día de mi gastado elemento,
de las quejas repetidas, del aroma del silencio?
Y si soltara mis manos para hundirnos en infiernos
que viven bajo nosotros en la oscuridad del negro.
¿Es la brisa quien susurra que un día nos fundiremos
dentro de un rojo caliente, o quizá acaso el recuerdo?
No hace falta que me mires, no necesito el consuelo,
me conformo con sentir el golpe de tu regreso.
Qué importa si es por inercia, por nostalgia o por despecho,
solo ansío que me impactes con la fuerza de tu cuerpo.
Quiebra mi piel con tu choque, hazme vibrar de deseo,
alégrame con la constancia de ser parte de tu juego.
Colorea mis chillidos, olvida los ornamentos,
déjame aullar mis pasiones y despertar a los pueblos.
Aunque luego tú reposes y repitas tu desdeño
de badajo que me cuelga.
Yo, campana que te abraza, juntos para siempre, eternos.
*Oliet Rodríguez Moreno ha vivido tres vidas: la primera comenzó el 25 de septiembre de 1971, como cubano, situación que persiste en el tiempo. Se graduó de ingeniero mecánico en 1994 en el Instituto Superior Politécnico de La Habana, más tarde trabajó en distintos menesteres en Cuba, incluyendo el de taxista circunstancial, hasta que al inicio del Siglo XXI apareció en Alemania para iniciar su segunda vida de ingeniero, que le permitió viajar por Europa y Norteamérica. Esta vida terminó tras tres años en la ciudad mexicana de Puebla en el verano de 2018. En su regreso a Alemania aparece la tercera y ¿última vida? esta vez como escritor. Estudió el Diplomado en escritura en Literaria Centro Mexicano de Escritores. Tiene publicadas varias historias en la página de Zoe Valdés, www.zoepost.com. Su cuento “La rata“ se publicó en la revista de literatura mexicana “Anestesia”. Su “Mujer de humo” es parte de la antología de cuentos de Ego de Kaska: “Cuentan que un perro, cuentan que un gato”. Escribe en su blog personal www.orod-oficial.com.