Reseñas

Fantasmas y ron

 

Por Lola Ancira*

 

¿Qué anhelamos más que hablar con nuestros muertos, volver a verlos? Lo aparentemente imposible se desea con fervor, y ese mismo deseo ardiente nos lleva a idear cómo lograrlo.

            Mi abuelo juraba haber mantenido un diálogo con un fantasma en 1962 y escribió un libro sobre eso en 1963. Éstas palabras figuran en la primera página de Solar (Taller Editorial Cáspita, 2020), novela con la que Javier Elizondo debuta como autor.

           El libro aludido escrito por el patriarca es La primera escucha. Dio origen a una secta que adoptó el nombre, cuya finalidad era contactar y conversar con los espíritus de los muertos a través de una serie de rituales e invocaciones, pero del que también surgió una trágica maldición familiar.

        Solar es, entonces, una novela escrita en torno a La primera escucha, historia de la que nacen varias más a modo de muñecas rusas y donde los elementos fundamentales son dos: los fantasmas y el ron. Destacables son, además, el cuidado de interiores de las casi doscientas páginas y su edición artesanal.

            La narración transcurre en la Ciudad de México a lo largo de varias décadas, abarca cinco generaciones condenadas y está divida en dos secciones, la primera mucho más extensa que la segunda.

            La parte 1 está en voz de Inés, nieta del autor de La primera escucha, y es un recuento del pasado. Inés habla de su vida con Pura, su madre, ambas “víctimas indefensas de una maldición (…), un sacrificio necesario”. Gracias a la transcripción de fragmentos del diario de Pura, se sabe que ésta fue la única de los diez hijos que, hasta sus últimos días, formó parte de la secta, y se atestigua su conformación durante los primeros años: a través de dos narradoras, conocemos los terribles secretos del grupo, que llevaban al límite físico y emocional a sus miembros.

            Por otro lado, Inés, capaz de ver apariciones y comunicarse con ellas, reflexiona en torno a estos sucesos sobrenaturales de forma profunda e incluso científica, dando incluso una explicación detallada de lo que es un fantasma y cómo es que se hacen presentes: por “obligatoria costumbre y adicción”. Conforme avanza la trama se muestra que ella, una víctima, se convierte en victimaria feroz.

            El registro coloquial entrevera el lenguaje poético con metáforas únicas, y la memoria y estabilidad de la joven protagonista van minando conforme su consumo de ron con hielos aumenta. Tenemos entonces a una narradora sospechosa que nos hace dudar, en varias ocasiones, si lo que dice es real o si forma parte de esa otra dimensión a la que parece acceder gracias al destilado. El umbral entre la sobriedad y la dipsomanía, entre la borrachera y la resaca, así como el de la realidad y lo sobrenatural, se vuelven cada vez más tenues hasta que ella misma es incapaz de saber en qué lado se encuentra.

            Con el afán de continuar la ahora decadente secta, Horacio Diosdado, hijo del hombre con el que el abuelo inició el proyecto, la insta a embarazarse de él, pues las familias extensas que lo fundaron ahora están disgregadas, minadas por la muerte de sus integrantes y pocos descendientes.

                La parte 2 está enfocada en el primogénito de Inés, Amadeo, un afamado músico que al final de sus días decide escribir un libro en torno a la vida su madre ya fallecida tras descubrir los cuadernos en los que ella trató de revelar sus insólitas experiencias y reflexiones. El hijo y el nieto de Amadeo cobran protagonismo, en especial el pequeño, en quien el castigo consanguíneo se presenta con mayor saña.

            En Solar, pasado y presente confluyen en distintas direcciones. El espacio doméstico y las mentes de sus habitantes se configuran respecto a los hechos que ocurren, ambos en una búsqueda por la adaptación. Se convierten en sitios y cuerpos marcados por las experiencias trágicas, por los recuerdos, por la presencia amenazante de los otros.

             Solar es una novela sobre los límites transgredidos, la toxicidad familiar, la herencia, el incesto, la culpa, el crimen, el alcoholismo, el ansia de poder, la corrupción, la violencia, la crueldad y los excesos que podemos llegar a cometer amparados por una doctrina basada en el deseo, que pide a cambio la vida y obediencia del iniciado y la de cada uno de sus descendientes. Es la historia genealógica de una estirpe maldita de la que, en palabras de un integrante, “ninguno de nosotros tenía para qué haber existido, mucho menos juntos”.  

         Elizondo le da protagonismo al lenguaje, a la palabra, pues el diálogo es un elemento fundamental. Trabaja en torno al núcleo aberrante en el que la familia se puede convertir, extendiendo la tristeza y miseria con sus terribles lazos biológicos a cada uno de sus miembros.

        Al igual que en Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019), de Mariana Enríquez, Elizondo parte de la oscuridad y la avaricia propias del ser humano para germinar una Sombra que se extenderá hasta cubrir, como un manto, a un grupo de personas que persiguen anhelos y apetitos excesivos. Y, como ocurre en la novela Orange road (Nitro/Press y Sedeculta, 2019), de Isaí Moreno, Elizondo busca sumergir al lector en la ideología brumosa del sectarismo.

       A pesar de lo adverso de este libro sobre libros enfocado en un linaje convaleciente, hay momentos de luz que permiten ver los esfuerzos de los personajes principales por entender, o al menos tratar de convivir, con lo inverosímil.

 

*Lola Ancira (Querétaro, 1987) es licenciada en Lenguas Modernas en Español por la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha publicado ensayos, cuentos y reseñas literarias en diversos medios electrónicos e impresos. Es autora de los libros de cuento Tusitala de óbitos (Pictographia, 2013), El vals de los monstruos (Fondo Blanco, 2020) y Tristes sombras (Paraíso Perdido, 2021). Fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y del programa Jóvenes Creadores del Fonca. Su obra ha sido antologada, entre otros libros, en El ensayo 2 (UNAM, 2021) y Mexicanas. Trece narrativas contemporáneas (Fondo Blanco, 2021). Es profesora de Literatura fantástica en Literaria Centro Mexicano de Escritores. 

1 comentario en «Fantasmas y ron»
  1. flor dice:

    wooow es un hermoso libro por lo que leí en la reseña

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